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18 para que por estas dos cosas que no cambian, y en las que Dios no puede mentir, tengamos un sólido consuelo los que buscamos refugio y nos aferramos a la esperanza que se nos ha propuesto. 19 Esta esperanza mantiene nuestra alma firme y segura, como un ancla, y penetra hasta detrás del velo,(A) 20 donde Jesús, nuestro precursor, entró por nosotros y llegó a ser sumo sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.(B)

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